Por Vanessa Coronado | El lenguaje es mucho más que las palabras que utilizamos para comunicarnos. Es un mecanismo a través del cual interpretaremos y explicamos el mundo, y es el puente conector directo con el otro.
El lenguaje contiene la esencia de nuestro lugar en mundo y ha sido el portador de la visión de los pueblos. Nos ha permitido preservar conocimientos y tradiciones que van desde las prácticas económicas hasta la conservación ambiental.
Tomamos la lengua por sentado mientras que, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura- UNESCO, se estima que un lenguaje muere cada 14 días y, de acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, en muchos casos, estos lenguajes pertenecen a comunidades indígenas. Por lo tanto, la preservación de la lengua es un tema crítico para el presente y futuro de los derechos de las comunidades indígenas.
La lengua permite mantener y trascender el pensamiento de un pueblo y constituir su base organizativa, a partir del diálogo. Sin la lengua se muere poco a poco la cultura de un pueblo. Y sin cultura, deja de existir la razón que fundamenta la creación de una organización indígena que lucha por preservar la biodiversidad y su vida de amenazas como la deforestación.
Así reflexionaron las comunidades indígenas del Resguardo Nonuya de Villazul, ubicado en el departamento del Amazonas en Colombia, durante un reciente encuentro en el marco del proyecto Fortaleciendo las capacidades de las organizaciones indígenas en la Amazonía-SCIOA, financiado por USAID.
Este resguardo, al que se llega desde Bogotá después de montar avión, avioneta y lancha por el río Caquetá, se ubica en el centro de grandes amenazas para la conservación de la biodiversidad y la preservación de su cultura. Precisamente sobre esto último, los abuelos y abuelas reconocen que el desconocimiento de la lengua genera menores oportunidades para participar en espacios de decisión o compartir los pensamientos para guiar el futuro de la organización en un contexto cambiante y amenazante.
De 224 personas que componen el resguardo, solo aproximadamente 29 hablan la lengua Yukuna y Muinane. Por eso, como parte de su proceso de fortalecimiento de capacidades administrativas, con apoyo de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible-FCDS, Nonuya de Villazul formuló de manera participativa un proyecto que será financiado por SCIOA el cual busca que abuelos y abuelas inicien un proceso de transferencia de las lenguas a hombres y mujeres en el resguardo.
En este reto, el rol de la mujer es una pieza clave en un gran rompecabezas que define la forma cómo los indígenas se relacionan con su entorno. Para los Nonuya de Villazul, la mujer es creadora de vida y además es la encargada de mantener las costumbres, tradiciones y elementos simbólicos identitarios a partir de la formación de sus hijos e hijas.
La mejor forma de recuperación de una lengua es el compromiso de los aprendices de usarla en sus hogares, para transmitirla a sus hijos e hijas, y en los espacios de toma de decisión como el mambeadero y en el espacio de fogón; lugar donde las mujeres y sus hijos se encuentran y dialogan. Este es el camino que transitará Nonuya de Villazul en los próximos meses de mano de SCIOA.